Un roscón para Reyes
A punto de terminar las navidades, nuestro estómago ya se va mereciendo un buen descanso tras tanta comilona a la que le hemos sometido estos días. Sin embargo, todavía queda por celebrar otra de las fechas señaladas en el calendario: el Día de Reyes. El 6 de enero, día en que muchas familias se reúnen tras haber abierto los regalos de los Reyes Magos, no puede faltar otro elemento imprescindible y completamente ligado a esta fecha: el roscón.
Algunos historiadores sitúan el origen del roscón a las festividades romanas de los primeros siglos después de Cristo. Sea como fuere, este alimento ha evolucionado hasta convertirse en el protagonista de la mesa española durante la primera semana de enero, especialmente el día 6. Aunque muchas pastelerías ofrecen deliciosos roscones, merece la pena sacar un poco de tiempo para preparar nuestro propio roscón casero y sorprender a nuestra familia y amigos con un postre “a la carta”.
Ingredientes:
- 600g de harina de fuerza
- 250cl de leche tibia
- 25g de levadura
- 2 huevos
- 100g de azúcar
- 100g de mantequilla derretida
- Una pizca de sal
- 2 1/2 cucharadas de agua de azahar
- Ralladura de limón y de naranja
- Elementos para decorar como fruta confitada, almendra picada, azucar glas, etc.
Preparación
Comenzaremos por la llamada “masa de arranque”. Para ello desmenuzaremos la levadura en un recipiente donde habremos colocado un poco de leche (unos 70-90 ml). Junto con un par de cucharas de harina de fuerza lo vamos removiendo todo con las manos hasta que la levadura se vaya deshaciendo por completo. Entonces lo taparemos y dejaremos que fermente durante poco más de un cuarto de hora.
Mientras tanto podemos comenzar con la masa principal. Desmenuzamos la levadura en el resto de la leche que no hemos utilizado y repetimos el proceso de removerla hasta que se deshaga. En otro bol más grande ponemos el resto de la harina y vamos añadiendo los ingredientes que quedan en el siguiente orden: dos huevos, la leche con la levadura, azúcar glas, ralladura de limón y naranja, una pizca de sal, agua de azahar, mantequilla a temperatura ambiente y, por último, la masa de arranque que habíamos elaborado anteriormente.
Ahora toca amasar. Podemos hacerlo en el propio bol o, si nos resulta más sencillo, colocar la masa en una superficie lisa enharinada. Si fuera preciso podemos ir añadiendo un poco más de harina para poder conseguir la masa lisa y elástica que deseamos. Tendremos que ir dándole a nuestra masa forma de bola. Una vez hayamos terminado colocamos la masa recipiente hermético durante 3-4 horas. El reposo es muy importante, cuanto más lo dejemos, mejor.
Transcurrido ese tiempo veremos cómo la masa ha duplicado aproximadamente su volumen. La sacamos del recipiente y, de nuevo en una superficie con harina, la vamos amasando de nuevo y dándole forma a nuestro roscón. Es posible que con estas cantidades te dé para separar la masa en dos roscones medianos, o hacer uno muy grande, o uno grande y otro más pequeño, etc. Dependerá de cada uno.
Una vez le hayamos dado forma no olvidar hacer el agujero central con el dedo. Es preferible hacerlo un poco grande ya que se empequeñecerá al hornearlo. Los dejamos entonces otra vez cubiertos un lugar cálido durante un par de horas para que fermente.
Decorar y hornear
Por último nos tocará sacar la vena artística para decorar nuestro roscón. Una opción recomendable es pintarlo con huevo batido, con una brocha de cocina. Para adornarlo podemos utilizar la tradicional fruta escarchada, naranjas confitadas, azúcar glas o almendras laminadas. Mientras tanto ponemos a precalentar el horno a 180º durante 20 minutos.
Una vez hayamos terminado introducimos nuestro roscón en el horno. Dependiendo del tamaño hornearemos entre 15-20 minutos. Si vemos que se empieza a tostar demasiado podemos colocar un trozo de papel de aluminio por encima para que no se queme.
Después de sacar el roscón lo dejamos enfriar. Cuando se haya enfriado ya estará listo para comer. Aunque si queremos darle todavía otro punto de sabor podemos partirlo por la mitad y rellenarlo de nata o lo que deseemos. El resultado será exquisito.