Si el ser diariamente original en la cocina puede parecer difícil, el reto de serlo sin incluir el gluten en las recetas parece toda una odisea. Pero no es así. La población celíaca –intolerancia al gluten- es cada vez más grande y la industria alimenticia lo ha tenido en cuenta a la hora de sacar al mercado una mayor oferta destinada a este público.
Eso sí, aunque muchos de los productos “prohibidos” ya tienen un sustituto en la estantería del supermercado, el precio no acompaña de la misma manera. Toca entonces tener en cuenta ciertos aspectos para una cocina sin gluten, sana y sin que se resienta el bolsillo.
Lo primero que tenemos que hacer antes de preparar nuestra receta es descartar todos los productos con gluten y saber cuáles podría contener o no gluten. Hay algunos que por naturaleza no tienen gluten pero podría haber sido incluido durante el proceso tecnológico (algunos helados, embutidos, patés, quesos fundidos, conservas de pescado en salsa, de carne, etc.).
No es trigo limpio
El trigo es un ingrediente tabú. Sin embargo, es algo que se usa mucho. Tenemos que tener especial cuidado porque el trigo se puede encontrar en la composición de muchos productos. ¿Alternativas? Harina de maíz, mandioca, arroz o una mezcla de las anteriores. Bastaría esto para, por ejemplo, hacer pan casero. Además, si antes de hornearlo pintas la masa con una mezcla de leche y huevo batido obtendrás el característico color dorado.
Croquetas, carnes, pescados, patatas… son alimentos que frecuentemente rebozamos. Pero aunque pueda parecer que la receta celíaca prohíbe esta técnica, hay otras vías posibles. Por ejemplo, emplear copos de maíz triturados o frutos secos pulverizados. Por otra parte, el arroz es un alimento básico en esta dieta, apto para celíacos y con múltiples posibilidades como plato único o acompañante ideal para carnes, pescados y verduras.
¿Y qué sería de muchos platos sin salsas? Que nadie piense que el sabor de los platos se sacrifica lo más mínimo. En salsas tan populares como la bechamel, por ejemplo, basta con cambiar la harina de trigo por la de maíz. Con la única diferencia en que la maicena no se tuesta.
Otra de las típicas salsas populares, como la de tomate, también puede obtenerse con receta casera libre de gluten. Bastaría con tener tomates frescos, tomate natural triturado (el de muchas marcas es apto para celíacos, otras no), aceite de oliva, sal y aquellas verduras que quieras incluir (ajo, cebolleta, pimiento, zanahoria…).
Un toque extra
Un final dulce
Para terminar nos dejamos el último plato de la mesa: el postre. Aunque nos pueda parecer que el abanico de opciones se reduce enormemente, nada más lejos de la realidad. La harina y la levadura de maíz no son imprescindibles para hacer pasteles, galletas, tartas y bizcochos. En su lugar podemos utilizar otro tipo de cereales como el amaranto, el trigo sarraceno o la quinoa, así como el resto de ingredientes ya citados anteriormente (harina de maíz, de sorgo, mandioca).
Como podéis ver, el secreto está en la masa. A partir de ahora ya no habrá ni gluten ni excusas en la cocina, así que ¡manos a la obra!