Desde pequeños, en casa y en el colegio, nos enseñan lo importante que es ingerir fruta diariamente, hasta dos o tres piezas. Sin embargo, su importancia se infravalora, el consumo desciende y los efectos en la salud se empiezan a ver poco a poco, sobre todo en el público infantil, el más vulnerable a los alimentos ricos en grasa como los dulces, las gominolas o la denominada “comida basura”.
Curiosamente, la fruta –al contrario que la verdura- suele gustar a todo el mundo. Aunque quizá haya sido el incansable mensaje de nuestros mayores durante toda la infancia el que despierte cierta ‘pereza’ en su consumo. Nada más lejos de la realidad, se trata de un alimento que destaca por su enorme variedad y posibilidades en la cocina así como de las grandes ventajas para nuestra salud que comentaremos a continuación.
¿Qué nos aporta la fruta?
La pregunta más bien podría reformularse en qué no nos aporta. Se trata de alimentos que sobreviven al aire libre gracias a los antioxidantes naturales que poseen. De hecho, esas mismas sustancias protegen nuestro organismo una vez las hemos ingerido. Si por algo destaca la fruta es por la ingente cantidad de vitaminas que reúnen. Las propiedades, así como la cantidad de la misma, varían de una fruta a otra.
La vitamina C es sin duda la más abundante de todas. Mejora la visión y previene la aparición de cataratas o glaucomas. Además, disminuye el nivel de tensión arterial, mantiene y repara huesos y dientes, mejora el estreñimiento y, gracias a sus propiedades antihistamínicas ayuda al tratamiento del asma, entre otras cosas. Frutas como las fresas, los kiwis o los cítricos (naranja, limón, lima…) contienen las cantidades diarias recomendadas. Es importante saber que nuestro organismo no puede sintetizar por sí mismo esta vitamina, por lo que debemos proveernos de ella a través de la alimentación.
Vitaminas como la A, B o E también están presentes en muchas de las frutas. Una de las más completas son las cerezas, que además contienen fuentes de hierro, calcio, potasio, azufre y magnesio. Nutrientes esenciales para combatir inflamaciones, infecciones e incluso cáncer.
Pero las frutas no son solo ricas fuentes vitamínicas. Casi el 80% de la misma se compone de agua, lo que nos permite hidratar el organismo rápidamente. También nos ayudan al buen funcionamiento de nuestro aparato digestivo y nos facilita el drenaje de líquidos. Nos aportan fibras vegetales solubles así como minerales y otros antioxidantes naturales.
Respecto al aporte calórico, las frutas no aportan grasas, pero sí contienen azúcares o hidratos de carbono de fácil absorción que puede suponer un aumento de las calorías siempre y cuando consumamos en exceso. La ración diaria que se recomienda es de 3 a 4 piezas.
Cocinar con fruta
Tradicionalmente se considera a la fruta como un alimento para tomar en el desayuno, como postre o en la merienda. Pero su aportación a nuestra gastronomía va mucho más allá. Ya hablamos, por ejemplo, de cómo los cítricos ofrecen diversas posibilidades en la cocina. Y no son los únicos.
La manera en la que poder introducir la fruta en la cocina es variada. Fruta asada, a la plancha, cocida o natural… diversas formas para infinidad de opciones. Frutas naturales y exóticas como la pera, el mango o la papaya pueden completar tu ensalada 100% saludable. Mientras que otras como el melocotón asado, la manzana al horno, higos, frutos del bosque o ciruelas pueden y deberían probarse acompañando a carnes como el solomillo, el pavo o el lomo. Deliciosas guarniciones que conjuntan a la perfección con las tradicionales salsas con las que acompañamos nuestros platos. ¿Por ejemplo? Reducción de vino o salsa de trufas. Y si no, prueba a elaborar tu propia salsa a raíz de una reducción de zumo de granada, azúcar y jugo de limón.
Si, por otra parte, eres de los que guarda fidelidad a la fruta como plato de postre también tienes muchas alternativas. Es habitual encontrar tartas, bizcochos o sorbetes elaborados con cítricos, manzanas, melocotones, fresas… así como fruta troceada mezclada con helado, cremas o dulces caseros.