El Chef de la Casa

Cítricos para alegrar tus platos

A medida que se acerca el invierno, disminuye la temperatura y, con ello, nuestras defensas están más vulnerables. Es hora de que nuestra alimentación nos ayude a sobrellevarlo de la mejor manera posible. Los cítricos son una fuente de vitamina C, además de otras propiedades, lo que ayuda a nuestro cuerpo a funcionar correctamente, prevenir resfriados, equilibrar la tensión arterial, proteger nuestro sistema digestivo e incluso a limpiar e hidratar nuestra piel.

Su uso en la cocina no suele ir más allá del mero elemento decorativo o como ingrediente principal para hacernos un rico y fresco zumo por la mañana. Pero a este alimento todavía se le puede sacar mucho más jugo. Los cítricos proporcionan color, aroma y sabor a nuestros platos. Su característico toque ácido hace que cada comida sea especial y diferente al resto de nuestra cocina tradicional. Como cítricos podemos citar el limón, la naranja, la mandarina, el pomelo y la lima.

Un detalle que hay que conocer, además, es que el sabor que proporciona el cítrico es diferente según la parte que se utiliza. Es decir, el sabor de la pulpa es diferente al sabor de la cáscara. El aroma proviene principalmente de la piel exterior. La parte blanca de la cáscara es utilizada, por ejemplo, para hacer mermeladas caseras.

Ralladura de limón

Son muchas las personas que, además del salero y el pan, necesitan una rodaja de limón en la mesa para condimentar el plato con su jugo. Sin embargo, el jugo tiene un límite y muchas veces no es suficiente, por lo que malgastamos gran parte del cítrico. Una de los trucos que se pueden utilizar es la ralladura de limón. Se trata de congelar el limón para después rallarlo completamente. Podemos así utilizar los restos para espolvorear nuestro plato a gusto de cada uno sin que sacrifique el sabor lo más mínimo.

Conquista con tu ensalada

Si no te quieres salir  de un plato 100% saludable, mezcla verduras y cítricos. La ensalada es la prueba perfecta. Una buena ocasión para experimentar y salirse de la típica ensalada que hacemos una y otra vez. La próxima vez, sustituye el tomate por naranja troceada. Recuerda pelar bien naranja para quitar la parte blanca y así eliminarás el amargor. Si la cortas, además, en finas láminas, conseguirás que la naranja aporte el sabor ácido mínimo sin quitar protagonismo al resto de los ingredientes.

Del mismo modo, el pomelo también es un ingrediente recomendable para completar nuestras ensaladas. Prueba a mezclarlo con langostinos, por ejemplo, para darle a tu ensalada un toque fresco y con mucho sabor.

Salsea

Es de sobra conocida la exquisitez que deriva de utilizar cítricos a la hora de hacer nuestras salsas caseras con las que acompañar carnes o pescados. El pollo al limón o el pato a la naranja son ejemplos tradicionales del uso de estos productos. La piel de los cítricos es el aromatizante perfecto para las salsas. También es frecuente su uso para acompañar a diversos filetes de pescado.

La salsa de limón o de naranja tiene múltiples posibilidades. Una de las básicas consistiría en sacarles el zumo y las ralladuras y añadirlo a la sartén con el aceite y la carne o pescado que estemos cocinando. Si se deja reducir a fuego lento quedará una salsa gelatinosa muy colorida. Respecto a la cantidad, medio limón/naranja es suficiente. El sabor ácido que proporciona debe ser notable, pero no demasiado. Además del sabor, comprobarás cómo también proporciona colorido a tus platos.

El toque final

La repostería es el escenario perfecto para poner a prueba a los cítricos. Además de mermeladas, existen muchas opciones en cuanto a bizcochos se refiere. Utiliza la ralladura de limón o naranja para añadir a nuestra mezcla de huevos batidos con azúcar, aceite y harina. Coloca el resultado en el molde, hornéalo y déjalo enfriar. Otra de las opciones consiste en mezclar las ralladuras con yogures batidos y leche condensada. Una receta básica pero exquisita.

Los colores vivos de los cítricos hacen de los mismos un elemento decorativo perfecto para animar tus platos. Para eso tienen que ser troceados en finos pedazos que sean repartidos por el plato para llenarlo de color. Hay que tener en cuenta que si los pedazos son demasiado grandes puede estropear el aspecto del plato. Podría dar la impresión de que no hemos sabido qué hacer con él.