Sorprende con la comida de Navidad
Las vacaciones de Navidad pueden ser aprovechadas de muchas maneras. Cada persona las disfruta a su estilo en función de sus gustos, hobbies, etc. Los chefs de la casa, por ejemplo, pueden aprovechar estas fechas para ampliar su repertorio habitual de platos en su cocina particular.
Luces encendidas, adornos colocados, rincones limpios y mesa preparada. La Navidad es una época en la que se incentivan las reuniones familiares o con personas de nuestro entorno más cercano. Nunca está de más, pues, sorprenderles con una buena comida y hacer que ellos también se aprovechen de estos hobbies culinarios.
Sorprender en la cocina no es tarea fácil. Hoy en día parece que todo está inventado. Pero en el caso de la comida esto no es así. Un mismo plato hecho por diferentes personas puede ser totalmente distinto en cuanto a sabor, olor y textura respecto al otro. El estilo personal de cada uno marca al 100% el resultado final del plato. Por eso, sorprender no es recurrir a laboriosas recetas exóticas. La sorpresa se consigue con unos platos propios que son fruto de la innovación. Y, por supuesto, un sabor delicioso.
Teniendo en cuenta que son fechas especiales nos podemos permitir el lujo de preparar una comida completa. Y más aún en el caso de que estemos ejerciendo de anfitriones. La Navidad, además, suele ser una excusa que nos permitimos para coger unos kilos de más. Esos que tanto cuesta quitarse a partir de enero. La sorpresa también se consigue con un menú equilibrado que nos deje con la conciencia bien tranquila y a los invitados chupándose los dedos.
Para abrir boca
Los aperitivos adquieren mucho protagonismo en celebraciones o reuniones especiales. La cultura española de “picar algo” antes de comer la tenemos bien arraigada y, por tanto, hay que prestarle mucha atención. Las posibilidades, eso sí, son enormes.
El navideño centro de mesa a base de bombones no tiene cabida. En línea con el cuidado de la dieta podemos sustituirlos por frutos secos. Un mix que incluya almendras, cacahuetes, nueces, pistachos, avellanas, etc. Para el factor sorpresa saca uno de los productos estrella de la Navidad: las castañas.
Otro de los centros de mesa que no puede faltar es el jamón. Estandarte de nuestra gastronomía, un buen jamón bien cortado siempre será de agradecer por cualquier comensal. Saca también otra fuente con el resto de embutidos entremezclados con finos hilos de yema de huevo. Si además lo acompañamos con una bandea de pan crujiente con tomate untado y aceite, mejor que mejor.
Las tostadas de foie o el plato de langostinos son platos que también agradecen mucho los comensales. El precio no es tan agradecido, por lo que puedes innovar recetas tradicionales de manera que desde la presentación causen asombro entre los presentes. Por ejemplo, utiliza hojaldre para rellenarlo con un revuelto de tortilla de ajetes y trigueros o crea tus montaditos de ensalada rusa a modo de canapé.
Primer asalto
Depende del protagonismo que le hayamos dado al aperitivo este paso puede o no ser omitido. Lo importante es siempre que los comensales reserven hueco en su estómago para el plato final. Por tanto, lo mejor es presentar una gran variedad en pequeñas raciones. El porcentaje de acierto aumentará.
El primer plato debe ser ligero. Es el puente entre el aperitivo y el plato final. El buen resultado se habrá obtenido si les “sabe a poco”. En cuanto a cantidad, claro. La potencia de sabor de este plato debe ser muy alta. ¿Opciones? De nuevo bastantes, pero la clave es dar con la adecuada, ya que tiene que casar con el plato que viene a continuación.
Una de las recetas que mejor encajan aquí son las cremas o los caldos. Una sopa de pescado que incluya marisco y verduras o una crema de puerros con queso frito y zanahoria son algunas ideas. Un primer plato más consistente pero igual de ligero sería, por ejemplo, pimientos rellenos de bacalao o una brocheta de rape y langostinos con tomate cherry y especias. El cardo, a pesar de coger protagonismo en esta época, todavía no muchos lo incluyen en sus menús. Acompáñalo de bechamel y piñones. Tus invitados acabarán rebañando el plato.
Ronda definitiva
Es más difícil sorprender en forma que en sabor. Pero tampoco el riesgo es el mismo. Todo el trabajo anterior podría echarse a perder si no culminamos con un gran segundo plato. Es el plato estrella y por tanto el que, seguramente, más tiempo nos llevará preparar. En este caso, tampoco la presentación se puede dejar de lado.
Llega el momento de escoger carne o pescado. En cualquier caso, ambas ofrecen una gran variedad de posibilidades en cuanto a producto y guarnición. Pollo, cochinillo, solomillo, pavo… son algunas de las opciones cárnicas más recurrentes en Navidad. Su elección no será tan determinante como lo será la salsa y guarnición con lo que lo vayamos a acompañar. Reducción de Oporto, salsa de setas o un puré de manzanas y castañas son algunas de las recomendaciones para sorprender a tus invitados.
Lo mismo ocurre con el pescado. Salmón, rape, lenguado o lubina son deliciosas recomendaciones. Sin embargo, de nuevo aquí entrará en juego la forma de cocinarlo y el acompañamiento. Asado al horno, patatas panaderas, salsa verde con almejas o pimiento de piquillo son algunas de las ideas que mejor se ajuntan al pescado.
Final dulce
Llegados a este punto se puede empezar a hablar de sobremesa. Un postre ligero sería perfecto para terminar una comida digna de los mejores restaurantes. Un pedazo de tarta casera, bizcocho de naranja, sorbete de limón o una macedonia de frutas ayudará a bajar la comida sin sacrificar el sabor. Y, por supuesto, ahora sí se puede sacar el bol con bombones y la fuente preparada con diferentes turrones y polvorones. Un final dulce para una velada exquisita.